“Desde el punto de vista de la comprensión de la historia por parte de los alumnos, ésta es más sencilla si se lleva al educando a ese extraño país llamado el pasado. El niño requiere conocer una serie de hechos para formar su representación del mundo social. Además el conocimiento de ellos debe ser organizado y cobrar un sentido. El enseñar historia implica entonces que el alumno tiene una serie de conocimientos que le permita entender su carácter de ciencia y su función social. Entre los conocimientos que los niños tienen, destacan los siguientes: 1. un conocimiento de hechos ampliamente admitidos sobre los que puede situarse un marco histórico, como son fechas, lugares y acontecimientos; 2. una apreciación de los conceptos específicos relacionados con la historia, como son la secuencia, cronología, semejanza y cambio; 3. la capacidad para indagar a partir de una serie de fuentes, de reformular juicios sobre los descubrimientos de esta indagación y finalmente de reconstruirlos. El niño aprende historia, integrando esos tres niveles de conocimiento. De igual forma se puede decir que un niño de cinco años no tiene un concepto del tiempo en el sentido histórico, pero en su vida personal tiene estos conceptos latentes por el contacto con personas ancianas como sus abuelos que hablan de su infancia y sus experiencias, lo que le permite darse cuenta de que hay un tiempo en que suceden cosas antes de él existir “En las condiciones del mundo actual emergen renovados planteamientos pedagógicos que afectan las formas de enseñar como el dictado, la clase explicativa y el aprendizaje memorístico, cuyo propósito es transmitir y fijar nociones y conceptos a través de actividades como el dibujo, el calcado y la copia. En el caso de la enseñanza geográfica, además de la transmisión de conocimientos, se promueven otras opciones que facilitan interactuar con el espacio geográfico y elaborar otros conocimientos a partir de la vivencia cotidiana, al hacer uso del diálogo, de la información de los medios, la experiencia cotidiana y la investigación de la calle. En el mundo contemporáneo, los procesos de enseñanza y aprendizaje de la geografía encuentran en la apertura hacia el entorno escolar, una opción para mejorar su labor formativa. Específicamente, el rescate de las ideas, criterios, pensamientos y concepciones, resultantes de procesos de construcción empíricos originados en el mismo desenvolvimiento de las actividades diarias, como habitantes de una determinada comunidad. Allí viven situaciones donde construyen informaciones y conocimientos desde una teoría que se aplica y se discute en forma natural y espontánea, con los saberes previos, hacia la construcción de nuevo conocimiento en forma directa y en el mismo desarrollo de los acontecimientos. Lo destacable de esas nuevas opciones para enseñar y aprender geografía responde a que se desenvuelven como un proceso sin etapas ni fases, a la vez que se transfiere, perfecciona e innova en la práctica, con excelentes efectos formativos. El resultado son conocimientos más dinámicos transformados con suma velocidad como puntos de vista, también activos, ágiles y rápidos, a la vez que de una notable repercusión en la formación integral de los educandos”.
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